Y dice que él no es de palabras bonitas, que no es detallista y que nunca promete nada. Dice que no cree en los amores eternos ni en un "para siempre". Por que ese "para siempre" siempre se acaba rompiendo, al igual que las promesas que hace, y que los amores eternos no existen, por que el amor se acaba.
Él dice que prefiere demostrarlo día a día que puede estar a mi lado, y que en al distancia se acuerda de mi. Que no me irá comprando mil regalos, pero que el día que lo haga será por una razón demasiado importante.
Quizás tiene razón en todo, pero yo siempre he sido muy soñadora, y los soñadores creemos en el amor eterno, en aquel feliz "para siempre", aunque no sea en vida. Creo en las promesas y me encantan las palabras bonitas. Por eso siempre grito a los cuatro vientos que le quiero (y así se entera todo el mundo), que con él quiero pasar el resto de mi vida (por muchos problemas que se nos crucen por el camino) y cumplir ese "feliz por siempre". Que me encantan nuestras diferencias y adoro las cosas en común. Nuestras peleas y nuestras reconciliaciones. Esos besos que me das cuando menos me lo espero y las caricias que siempre echo tanto de menos.
Y sé que aunque él no lo diga, piensa igual que yo.